La historia comienza en 1748, cuando Georg Frederic Händel compuso su célebre oratorio “El Mesías”. Uno de los caminos que siguió la gran obra barroca fue su pasaje al ballet, según la creación coreográfica de Mauricio Wainrot. El estreno tuvo lugar en 1996, por encargo del Ballet Real de Bélgica. Luego recorrería el mundo, y hoy les toca interpretarla a los cuerpos estables de la Provincia (ver Ficha) bajo la dirección de su creador, que habló con LA GACETA.

“Me siento muy satisfecho; es asombroso cómo los bailarines han cambiado físicamente en dos meses; se han estirado; están con mucha más dinámica, están más fuertes”, sorprende Wainrot. “Trabajamos con las dos compañías, la clásica y la contemporánea. En escena hay más de 30 bailarines, más el coro y los cantantes solistas, que son maravillosos; tanto como la orquesta, realmente de un nivel excelente, con Alejandro Jassan, con Ricardo Sbrocco en el coro”.

“En El Mesías todo el mundo baila mucho. En general mis obras son así. Me encanta hacer bailar a los grupos; les doy mucha importancia. Es como un diálogo: hay muchos solos, hay dúos y tríos, y también hay masividad”.

- ¿Esta puesta repite las consignas del estreno?

- Exactamente. La he montado unas 16 veces: en Suecia, con el Ballet Real, con el Ballet Real de la Ópera de Riga, con el Royal Ballet de Canadá, Ballet Nacional de México, Ballet de Santiago; hace poco la hice en San Juan, en el Teatro del Bicentenario... El público la pide, y es una obra que siempre se repone para Pascua o para Navidad.

- Es una obra muy requerida, ¿por qué?

- Es muy bella, tanto que el público se emociona de la belleza, y termina llorando. Es una obra con espiritualidad y religiosidad -sin ser una obra religiosa-. Es mística. No estoy contando la vida de Jesús ni el Vía Crucis, pero tiene un clima muy espiritual, tanto que la pidieron en un Sínodo de obispos en Bélgica.

- La música es de fines del XVIII y sigue conmoviendo.

- Creo que la música barroca cada vez va a conmover más, y obras como esta son necesarias porque cada vez hay más desasosiego, más violencia. Esta es una música que necesitamos escuchar porque necesitamos volver a la espiritualidad, volver a nuestros silencios interiores; a cobijarnos en ese silencio que uno cada vez extraña más.

- ¿Cómo es la puesta en escena?

- La acción transcurre en el cielo, en la pulcritud de un espacio totalmente blanco; el vestuario es blanco, de una pureza celestial, tal como les pedí a Carlos Gallardo, el escenógrafo y vestuarista, y a Eli Sirlin, el iluminador.

- ¿Qué le pasa a usted cuando ve la obra después de tantas puestas?

- Siempre es una nueva versión porque cada bailarín tiene su personalidad, cada músico, cada director, como Jassan, con sus propios matices. Y acá hay artistas excelentes. Lo mismo yo hago cambios, por eso la obra es nueva. Siempre hay detalles para cambiar, para enseñar, para mejorar. Siempre veo todas las funciones. Me encanta y me encanta ver lo que le pasa al público. Es lo que me pasa a mí, como de contagio del misticismo y la emoción. Eso no significa que sea aburrida ni lenta. Es una obra juvenil, fuerte, con mucha danza.

- ¿Cómo fue llevar su danza este año a Polonia, la tierra de donde vinieron sus padres?

- Fue como volver (nació en Argentina) porque toda mi familia, por generaciones, es polonesa. Mis padres salieron de Polonia el 19 de junio del 39 (dos meses antes de la invasión alemana) y casi todos mis familiares que quedaron fueron quemados, asesinados o gaseados. Fui al cementerio judío de Varsovia, que es un bosque donde miles de tumbas siguen el ritmo de los árboles; sentí que todos mis genes estaban ahí. Fue muy fuerte. Agradezco mucho que me hayan invitado a montar nada menos que “Anne Frank”, que habla de los derechos humanos y de la paz, que monté en 17 compañías.

Siendo una de las mayores figuras de la danza contemporánea argentina, es difícil que Wainrot descanse. En febrero lo espera la compañía de Julio Bocca, el Ballet Nacional Sodre (Montevideo) para montar “Un tranvía llamado deseo”, con música de Bartok, “que para mí es una de mis dos mejores obras junto con ‘La tempestad’”, dice, y podría seguir hablando de danza, la materia prima de su hacer, por horas.

DOS FUNCIONES

• Hoy y mañana, a las 22, en el teatro San Martín (av. Sarmiento 601). Entradas 2 x 1 con Club LA GACETA.

Quiénes intervienen  

- Coreografía, libreto y dirección: Mauricio Wainrot.
- Música: Georg F. Händel.
- Escenografía y vestuario: Carlos Gallardo.
- Dirección musical: Alejandro Jassan.
- Iluminación: Eli Sirlin.
- Ballet Contemporáneo de la Provincia, dirigido por Patricia Sabbag.
- Ballet Estable de la Provincia, dirigido por Mercedes de Chazal.
- Coro Estable de la Provincia, dirigido por Ricardo Sbrocco.
- Orquesta Estable de la Provincia, dirigida por Jassan.
- Cantantes solistas: Claudia Manrique (mezzosoprano), María Silvia Díaz (soprano), Iván Vega (tenor) y Víctor Gutiérrez (barítono).
- Asistentes coreográficos y repositores: Victoria Balanza y Gerardo Marturano.
- Asistente técnica: Analía Cristina Morales.

Perfil: coreógrafo, docente, director

Mauricio Wainrot fue director y coreógrafo del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín (BA), Royal Ballet de Flanders y Les Ballets Jazz de Montreal. Creó y montó obras para 52 compañías de Europa, Asia y América. Ganador de numerosos premios, entre ellos dos Konex. Enseñó en Escuela del Ballet del Siglo XX de Béjart y Juilliard School de New York. Es autor de Carmina Burana, El Mesías, Novena Sinfonía de Beethoven, Las 8 Estaciones, Pájaro de fuego, La tempestad, Anne Frank, Carmen, Flamma Flamma, La Canción de la Tierra, Un tranvía llamado Deseo y Consagración de la Primavera.